David Martínez, L. Alberto Ramos y Mª del Carmen Cachón
A finales del sigo XIX Froilán González Prieto fundó una fábrica de curtidos en Santa María del Páramo que cien años después regentaba su biznieto Fernando González, como sabemos a través del artículo de concha Casado Lobato (Diario de León 29 de septiembre de 1991). Los curtidos fueron uno de los procesos industriales en los que destaco León a finales del siglo XIX, como refleja Mingote en su Guía del viajero por León y su Provincia en 1879 al señalar que existían 22 fábricas de curtidos en la provincia de León. en Santa María del Páramo compartía importancia con la extracción del aceite de linaza, la cerería, los tejidos, la fabricación del chocolate y la botería.
Las primeras décadas del siglo XX aparecen reflejadas en la obra de Martín Villacorta González El Páramo Leonés al despertar de un sueño y sus antiguas costumbres. En esta obra comprobamos como las malas comunicaciones con la pobreza del suelo que provocan una fuerte emigración, no han cambiado desde la edad moderna. Se sigue sembrando centeno, trigo barbilla, avena y cebada, además se continúa la arcaica práctica del barbecho, aunque en el peor terreno se plantaba viñedo. Se empezaron a sembrar patatas en tierras regadas por el agua de pozos que era subida a través de un “cigoñal”.
Las tierras pasaron de ser de pequeña extensión a ser de mediana y grande, a través de los cambios entre vecinos de unas fincas por otras. Con este cambio se introdujeron las norias sustituyendo a los “cigoñales” y ahondando los pozos. De esta forma se comenzó a sembrar trigo mocho, alubias, patatas y remolacha.
La agricultura se completaba con las 10 ó 15 ovejas que solía tener cada familia y que pastoreaba un vecino dedicado a la ganadería ovina, al tener más ovejas que los demás.
«Era tanta la miseria, que una cebolla con una pequeño trozo de tocino y pan, parecía el mejor manjar».
En el año 1959, tras la construcción del embalse del río Luna, llegó el agua a una buena parte del Páramo Leonés, este hecho aceleró la transformación del secano en regadío, y el cambio, de las estructuras agrarias, que había comenzado años atrás. Los pozos, las norias, las viñas y los primitivos sistemas de explotación, desaparecieron para dar paso a canales, acequias, concentraciones parcelarias, y sobre todo agua.
Las nuevas infraestructuras permitieron la mecanización y la incorporación de cultivos industriales. Al mismo tiempo, los animales de trabajo fueron sustituidos por una ganadería más rentable.
La puesta en regadío del Páramo tuvo una enorme trascendencia social y económica, aumento de las ganancias, reforma del medio natural, atenuación de la emigración, modificación de hábitos y costumbres tradicionales, desapareció, por ejemplo, la realización de trabajos comunales “hacenderas” o “facenderas”, que los concejos parameses realizaban desde tiempos inmemoriales.
La agricultura antes del regadío
La agricultura en El Páramo siempre fue la principal actividad económica de la población, basada sobre todo en pequeñas unidades de producción de tipo familiar, habiendo un excesivo número de parcelas de pequeño tamaño, fundamentalmente, inferiores a una Ha. Sólo era mayor el 4,3%.
El paisaje agrario se organizaba en función de las necesidades de las unidades familiares.
Los cultivos de secano dominaban de modo absoluto y estaban presentes en todas las explotaciones agrícolas, sobre todo se sembraba trigo y centeno, que eran los soportes más significativos de la economía tradicional, junto con el viñedo.
En estos momentos el regadío ocupaba una pequeña superficie, aunque en determinados municipios, entre otros Bercianos del Páramo, Pobladura de Pelayo García, San Pedro Bercianos, Santa María del Páramo, Valdefuentes del Páramo y Villazala, ya se podían ver los inicios de lo que ocurriría posteriormente.
El agua para regar procedía tanto de los pozos y norias construidos en los primeros años del siglo XX, como de la Presa Cerrajera, que mejoró su funcionamiento a mediados del siglo XVIII, entre estos cultivos ocupaban una notoria extensión los destinados al consumo humano, en particular patatas, alubias, garbanzos y trigo, y en menor medida los aprovechados por la ganadería, como la cebada.
La pobreza del suelo y las bajas precipitaciones obligaban a los parameses a dejar en barbecho durante un año las tierras cultivadas, en particular las de secano. Los barbechos también eran arados con el fin de que repusiesen los elementos cedidos en el ciclo productivo anterior.
Esa misma era la razón de la importante superficie dedicada al viñedo, pues se amoldaba perfectamente a suelos de mala calidad, sueltos y arenosos.
En la sociedad tradicional la ganadería, cumplía un papel complementario en la economía agraria, en particular el ovino y el bovino, que proporcionaban leche, carne, lana y cuero. Igualmente se debe destacar su utilización como fuerza de tiro, en concreto el bovino y el equino. Tampoco se puede desdeñar la vital participación del porcino y las aves, es interesante mencionar una curiosa práctica realizada en el Páramo Bajo hasta tiempos recientes, consistente en el pastoreo de rebaños de pavos.
Otras actividades económicas del pasado
La mediocre situación económica fue el motor, de toda una serie de actividades complementarias que se compaginaban con la agricultura.
Reproducimos literalmente tres interesantes textos de Pascual Madoz, (1845) que hablan en este mismo sentido:
«…sus naturales son traficantes en todos efectos comerciales, y si se quiere chalanes por naturaleza.»
«Los parameses usan trage bastante parecido al de los riberanos, si bien las mujeres llevan menos bordados y cintas; son más morigerados, trabajadores é industriosos que aquellos, tal vez por ser su suelo menos fértil; así es que dedican las épocas de descanso, al transporte de cueros y granos de unos mercados á otros; y á la venta del aceite de linaza procedente de las riberas.»
Esta experiencia como tratantes, sirvió a muchos para iniciar importantes negocios, cuando la emigración los llevó a Méjico, Cuba o Argentina, en la primera mitad del siglo XX o a países europeos y ciudades industriales españolas, en los años cincuenta y sesenta.
Había también acarreamiento de mercancías a La Robla para el comercio con Bilbao a través del tren hullero.
Igualmente hay que destacar la emigración temporal de gallegos y leoneses, entre los que había un buen número de parameses, a Castilla para la siega del cereal.
En cuanto a las industrias tradicionales cabe destacar las siguientes:
-Curtido de pieles en Santa María y en Laguna Dalga
-Obtención de aceite de linaza o de arder en Santa María, Mansilla , Valdefuentes del Páramo y otros pueblos con molinos.
-Telares de a pie en Audanzas, Santa María y Laguna Dalga.
-Fabricación de chocolate en Santa María del Páramo.
-Cerería en Santa María
-Carretería en Laguna de Negrillos y Santa María
-Botería en Santa María y en Valdevimbre.
La política de transformación agraria
La aplicación de una nueva política hidráulica por parte de la administración franquista, trajo consigo la creación de una infraestructura que permitió la rápida incorporación de grandes extensiones al regadío, con la construcción del embalse y sustitución de las antiguas regueras y arroyos por canales.
Dicha medida no afectó por igual a toda la comarca. Ésta se localizó fundamentalmente en los municipios centrales, donde se transformó en su totalidad el secano en regadío. Por el contrario, en los bordes quedaron importantes extensiones sin modificar. En el área septentrional se debe citar el caso de Villadangos del Páramo y en el sur los municipios de La Antigua, Laguna de Negrillos, Pozuelo del Páramo y San Adrián del Valle. Estos últimos regaron algunas de sus tierras con las aguas sobrantes y perdidas de los del norte durante 30 años, aun así, se incorporaron, en mayor o menor medida, a la economía agraria de regadío. En la actualidad, muchos de estos municipios se están beneficiando de la última gran obra hidráulica paramesa, el trasvase Esla-Órbigo.
Igualmente se llevaron a cabo otras acciones encaminadas a mejorar las estructuras productivas, como la concentración parcelaria que, aumentó la rentabilidad de las inversiones agrarias.
La concentración se realizó muy pronto en todos los municipios del Páramo, en concreto a partir de mediados de los sesenta, excepto en algunos pueblos del sur.
La administración franquista, a través del Instituto de Colonización y de la Confederación Hidrográfica del Duero, también intervino en otros planes de ordenación rural. Estos se centraron fundamentalmente en el nuevo trazado y arreglo de las vías de comunicación, asfaltado y pavimentación de calles, construcción de redes de alcantarillado, acometidas de agua corriente y otras mejoras en los pueblos.
Adaptación a las cambios
El labrador paramés desde tiempos pasados intervino en la sustitución del secano por el regadío con el fin de asegurar la producción agrícola.
Conviene mencionar otro hecho fundamental, el éxodo rural que afectó al Páramo previamente a la transformación, y que propició, sin quererlo, ciertas mejoras en el campo, como la adquisición generalizada de maquinaria, para realizar las faenas agrícolas que antes recaían sobre hombres y animales. El aumento del parque de tractores y de su correspondiente equipo técnico, se considera el exponente más claro de esta etapa.
Hubo otras innovaciones técnicas, como el uso de abonos químicos, semillas selectas, y biocidas, con el fin de incrementar y mejorar las producciones y la rentabilidad de acuerdo con las nuevas exigencias del mercado.
Otro tanto le ocurrió a la ganadería, a partir de la diversificación de la demanda de productos alimenticios para el consumo humano.
En los años 70-80 la composición de la cabaña ganadera cambió en cantidad y en calidad. Las dos especies más significativas, de esta época, son el bovino y el ovino; cada una de ellas representó una forma distinta de explotación económica: la intensiva, asociada a la primera, y la semiextensiva, a la segunda. También ha supuesto la construcción de nuevos y modernos establos mecanizados, y la sustitución de las razas autóctonas de ganado por otras más competitivas (por ejemplo, vacas Frisonas, Pardo-Alpinas y ovejas de razas orientales ).
En los últimos años, la ganadería intensiva de porcino ha tenido un auge espectacular en esta comarca, y más aún, con la política de limitación a otras especies seguida por la Unión Europea, equiparándose en importancia al vacuno, y al ovino, este último después de un periodo de estancamiento ha recibido un nuevo empuje con el establecimiento de pastores procedentes de Babia, Laciana, y otras zonas de la montaña leonesa.
La nueva agricultura
La estructura agraria actual está determinada por los acontecimientos mencionados previamente y en ella, aparecen nuevos elementos que la diferencian de la economía tradicional. Ahora las explotaciones agrícolas han reducido su número y las que han soportado mayor pérdida son las de dimensiones más pequeñas, aunque todavía siguen predominando las explotaciones de carácter familiar.
La organización de la producción agraria, es la que ha experimentado mayores transformaciones, ajustándose a los nuevos criterios económicos. Ahora las tierras de labor presentan una mayor extensión ocupada por los cultivos herbáceos; también destinan una parte de estas, a viñedo y el barbecho, pero su participación ha disminuido notablemente. La Política Agraria Común, no permite la plantación de nuevos viñedos, a la vez que obliga y bonifica el barbecho.
El viñedo en el borde oriental y meridional del Páramo todavía mantiene una relevante representación, sobre todo por el actual resurgimiento de las cooperativas vinícolas, y el posible reconocimiento del “Prieto-Picudo”, la uva autóctona paramesa, bajo la denominación específica “Valdevimbre-Los Oteros”.
La nueva orientación económica explicó el afianzamiento de productos muy valorados, como las alubias y de cultivos industriales, como la remolacha azucarera, los cereales-pienso, cebada y maíz, que en los últimos años han llegado a ser la base de la economía agrícola, convirtiéndose en los cultivos mayoritarios.
Otras consecuencias del regadío
El regadío ha traído además otras consecuencias geográficas, como la fijación de la población y la diversificación de las actividades económicas en el conjunto de la comarca, estimulándose notablemente el sector industrial ligado a la agricultura y a los servicios.
En efecto, son muchos los pueblos del Páramo que han incrementado su población, atrayendo incluso a campesinos o ganaderos de otras comarcas leonesas. Buen ejemplo de lo dicho son: Bustillo del Páramo, Laguna Dalga, San Pedro de Las Dueñas, Pobladura de Pelayo García y especialmente Santa María del Páramo. Otros pueblos como Villadangos del Páramo se ven favorecidos por el paso de importantes vías de comunicación, llegando hasta ellos diferentes actividades y usos del suelo, al margen de la agricultura.
En este contexto de transformación, contrastan las estructuras demográficas de los pueblos más directamente ligados al regadío, estables y equilibrados, frente a las pirámides poblacionales invertidas y el crecimiento negativo de los pueblos más alejados de la renovación agrícola como ocurre en La Antigua, San Adrián del Valle, y otros en el límite meridional dell Páramo, estando alguno de ellos amenazado por la despoblación, como es el caso de Conforcos.
Santa María del Páramo, un ejemplo del desarrollo paramés
En el pasado fue Laguna de Negrillos el centro de la mayor parte del Páramo, de aquellos tiempos quedan, como símbolo, las ruinas del Castillo de los Quiñones. Hoy es el segundo núcleo de la comarca, con 1.700 habitantes aproximadamente, aunque a bastante distancia del dinamismo que ha experimentado Santa María del Páramo, que duplica esta cifra.
Las informaciones del siglo XVIII aportan datos sobre la relevancia de Santa María del Páramo, agricultura mediocre, tejedores, molinos de aceite de linaza y arrieros. Destacaban respecto al resto de los pueblos los tratantes de cuero y curtidores y el mercado, como atestiguan citas de 1798:
Esta costumbre se ha prolongado hasta nuestros días en el tradicional mercado dominical y en la feria de maquinaria del 8 de septiembre.
A pesar del crecimiento demográfico, Santa María del Páramo muestra, todavía, un marcado aire rural. Desde 1960 ha habido un gran incremento de los sectores industrial y de servicios, llegándose a equiparar a la ocupación agrícola. Son, pues, el comercio, la construcción, la pequeña industria y los servicios, quienes explican la nueva economía de este núcleo, que simboliza la diversificación económica de la comarca.
Iniciativas para la recuperación de las tradiciones
Dentro de la recuperación de las tradiciones y en folklore paramés destaca el grupo de Danzas Virgen de La Guía que se fundó en 1980 con 20 socios. Este grupo ya destaca entre sus fines la recopilación de tradiciones, costumbres y cantos populares. Han recogido la indumentaria típica de algunas zonas paramesas y por otro lado sus canciones típicas, entre las que destacan Jotas como La Paramesa o la del Tio Ángel, corridos como el de Tres Perrinas o de las patatas y danzas interpretadas en las fiestas como el Baile y la Bailina. Para conocer estos aspectos a fondo es una referencia obligada el articulo de Félix C. Fernández López (Diario de León 23 de octubre de 1988), y el libro Costumbres y Canciones del Páramo Leonés (1997).